domingo, diciembre 16, 2012

Sueños

"Sueños"

“¿Le ha pasado alguna vez que...  no importa lo que haga, o lo que diga, o cuántas veces lo intente, siempre termina quedándose solo?

            Y no me refiero a la soledad física de no tener a nadie cerca suyo, sino a sentir que nadie está con usted; y que eso, a nadie le importa. Sin pareja, sin amigos, sin compañeros... A lo sumo usted tiene conocidos, habla con otras personas, y todas esas cosas; pero llegar a relacionarse más cercanamente con aquellos con quienes usted desearía estar, es algo que nunca ocurre. Y aquello no porque usted no lo halla intentado, o no sea capaz de hacerlo, sino por el simple hecho de que usted está destinado a quedarse solo para siempre.

            Por eso es que la gente que con tanto optimismo y tan alegremente llegó a conocer, gracias a su esfuerzo y voluntad,  se olvidará de que usted existe con el tiempo, y le inventarán mil excusas para no tener que hablarle si se encuentran con usted.

Tampoco tendrá amigos, ya que los que tenía, tarde o temprano no volverán a tomarlo en cuenta. Para hablar con ellos, deberá ser usted quien deba llamarlos, porque ellos nunca se darán el tiempo de hacerlo. Y cuando los llame, será sólo para darse cuenta de que su llamado es una molestia para ellos, y que al poco rato él o ella terminarán excusándose con algo como "… ¿sabes?, ahora estoy ocupado, otro día seguimos ¿ya? ", para luego cortar sin decir más.

Ni siquiera piense en tener una polola, porque después de muchos intentos y de vanas ilusiones que se hará conociendo mujeres por las cuales usted habría cambiado su vida sólo para poder conquistarlas, terminará dándose cuenta que todas ellas ya tenían pareja, o de que usted no era aquel a quien ellas esperaban, y sólo lo veían como a un amigo, o simplemente sólo como alguien para pasar el rato.

Cada desengaño amoroso enterrará parte de lo que algún día fueron sentimientos.
Cada persona que le dé la espalda acabará con lo que usted conocía como esperanza.
Cada amigo que lo abandone borrará parte de su pasado.

Un día, terminará percatándose de que su única compañía son las cosas que tiene a su lado. Y eso, únicamente porque las cosas no pueden abandonarlo.
Y lo peor de todo, es que nunca entenderá ni nadie le sabrá decir por qué tiene que quedarse solo. Y si de verdad existiese ese "alguien" que decidió que así debía ser, Él nunca le explicará las razones.

Lo único de lo cual usted podrá estar seguro... es que nadie puede soportar estar solo toda una vida.”

A.Seller
27 de Julio de 1999.


Andrés dejó de leer, para acercarse a la ventana del balcón y mirar hacia la calle. Afuera llovía y estaba oscuro. Hacía frío a pesar de tener todas las ventanas del departamento cerradas, a tal punto que su respiración comenzó a empañar el vidrio del ventanal frente a él. Abajo, por la avenida, las luces de los autos parecían correr hacia el calor de un hogar. Calor de una familia, de amigos, de una pareja... calor humano. Ese algo indescriptible que es capaz de hacerte sentir bien y seguro incluso en una noche de invierno como aquella.
Por la ventana se veían los otros dos edificios del condominio. Andrés detuvo la vista en la ventana de uno de los departamentos del edificio vecino. Era uno de los departamentos iluminados del piso 17 –sólo un piso mas abajo que el suyo-, y en la ventana se divisaba una joven de unos 23 ó 24 años que miraba hacia fuera. Ella no lo veía ya que miraba hacia abajo, a la calle. Era una joven atractiva, de tez trigueña, y de pelo largo. Andrés se quedó mirándola y su mente comenzó a divagar apoyado contra el ventanal. Se imaginaba así mismo junto a ella mirando por la ventana. Sus manos rodeando su cintura, mientras ella apoyada en él se dejaba abrazar. Su rostro cálido junto al suyo, hablando en susurros para no molestar al silencio.
El ruido del viento y la lluvia que comenzó a golpear con mas fuerza el vidrio lo trajeron de vuelta a la realidad, sólo para darse cuenta que un tipo abrazaba a la joven desde atrás por la cintura mientras le decía algo al oído. Andrés cerró los ojos cuando ella se dio vuelta para besar al tipo.  Una lágrima corrió por la mejilla de Andrés.
Volteó la cabeza para no seguir mirándolos y sus ojos volvieron a posarse sobre la mesa del comedor, donde estaba el cuaderno que había dejado allí. El cuaderno estaba abierto en la última hoja escrita, y se notaba que aún le quedaban hojas en blanco. Se le llenaron los ojos de lágrimas que no pudo contener.

Andrés era Ingeniero Comercial. Sub gerente de Marketing en Chile para una empresa multinacional. No tenía amigos ni pareja; sólo algunos ex compañeros del colegio, a quienes veía muy de vez en cuando, y además sus compañeros de oficina. Tenía 27 años y vivía solo en su departamento desde que se independizó de sus padres hacía ya 4.
Andrés siempre había querido tener un departamento de soltero en un edificio moderno, y lo más alto posible para poder mirar la ciudad desde allí. Contemplar los atardeceres en verano a través de un gran ventanal sentado en un cómodo sillón. Acurrucarse en una manta a media luz en invierno y quedarse a ver caer la lluvia en una noche como aquella.
Él mismo había decorado el departamento. Era igual a como lo había imaginado cuando era más joven y todavía estaba en el colegio. No era un departamento demasiado grande. Contaba con un living, un comedor, una cocina, dos habitaciones, dos baños –uno en su dormitorio y otro más pequeño para visitas -, y un pequeño balcón. Todas las habitaciones se articulaban a lo largo de un pasillo central.  En el living tenía un LED de pantalla gigante, un equipo de música, un Blue Ray, y una consola de video juegos, además de su colección de CD’s y algunas películas. Los muebles eran sobrios, pero con estilo. El departamento, el cual, a pesar de tener un estilo clásico, era acogedor. En una de las habitaciones, estaba su notebook y una pequeña biblioteca con sus libros. La mayoría eran libros de marketing y de finanzas, pero también había libros de narrativa contemporánea, de poesía, de fotografía (uno de sus más recientes hobbies), y otros de ciencia-ficción. A Andrés le gustaba mucho leer y  también escribir. Usaba esa pieza para trabajar en sus proyectos y en cosas de la oficina. A Andrés le gustaba invertir bien su dinero, por lo que siempre se estaba informando y leyendo acerca de la actividad empresarial y la economía, buscando nuevas oportunidades para hacerlo. Andrés siempre pensaba en el futuro.
El departamento tenía también una cocina separada del comedor. Como vivía solo cocinaba sólo para él. Cosas simples… pero siempre se alimentaba sanamente. El mismo lavaba su ropa los fines de semana, además de ir al supermercado y hacer el aseo del departamento. Un aseo lo mas completo que podía dentro de lo que sabía hacer.
Su pieza era lo único distinto en todo el departamento. Su dormitorio era algo así como su mundo personal. Encima de  los muebles y en todas las repisas había modelos a escala de aviones de combate y figuras de animé, mientras que las paredes eran adornadas por todos los cuadros y pósters que había en su dormitorio cuando vivía con sus padres. Incluso había colgado aquellos que mantenía guardados por faltarle espacio donde colocarlos. Ahora ya no tenía problemas para poner todos los cuadros o para todas esas cosas que siempre le gustaron. Ahora había espacio vacío de sobra… tanto en su departamento como en su vida.
Andrés siempre había soñado con vivir solo. Ser libre y no depender de nadie, ni económica ni emocionalmente. Pero ahora que lo había logrado, nunca se imaginó que lo que había soñado en realidad sería tan triste.
Por eso siempre trataba de conocer gente nueva, de hacer nuevos amigos; o de que alguna joven se sintiera atraída por él, para así lograr que las cosas algún día cambiaran. Gastó años intentándolo sin ningún resultado, y sin entender por qué las cosas terminaban igual. Nadie en su lugar habría entendido tampoco por qué tenía que ser ese su destino.

En todo caso, eso ahora ya no importaba…

El viento helado de la calle y la lluvia habían comenzado a enfriar el departamento vacío al colarse por el ventanal del balcón que había quedado abierto.


“A veces, despedirse es la única forma de hacerse presente.”

  
Marzo, 1999
Re-edición julio 2010
© Todos los derechos reservados al autor de la obra.

viernes, octubre 26, 2012

Algún día significa ningún día

Disclaimer : Siempre hay excepciones a la regla. Eso.

¿Ha escuchado o estado alguna vez en una de las siguientes situaciones?

"Él: Podríamos juntarnos uno de estos días a tomarnos un café. ¿Te parece?
Ella: Ok. Yo te aviso."

"El: ¿Y si te invito una chela?
Ella: ¡Yapo! Demás que sí. Juntémonos la próxima semana."

"El: ¿Te tinca juntarnos el viernes a tomarnos un helado?
Ella: Dale. Esta semana no puedo. Pero pongámonos de acuerdo para la próxima."

Si ha escuchado alguna de aquellas respuestas - y especialmente de parte de una chica a quien le gustaría conocer -; no se las crea. Son mentiras.
Es la forma clásica y políticamente correcta que tienen las minas de decirle que, no quieren juntarse con usted. Y de paso sacárselo de encima indefinidamente haciéndole creer que tiene alguna chance de conocerla algún día. Eso; hasta que usted se pegue la cachá de que nunca tuvo oportunidad alguna.

Conocer gente en estos días no es algo fácil. Y el uso de páginas Web de citas en Internet, Facebook, Twitter, y toda la cuestión esa, la verdad, no ayuda mucho. Sin embargo, ponerse en contacto con cientos de personas con la ayuda de Internet sí es muy fácil.

Y así, resulta que de casualidad (o a veces no tan casualmente) usted se puso en contacto con una chica que le pareció simpática y con más de dos neuronas en sinapsis. Twiteó un comentario que a usted le pareció acertado; el nick name de ella le llamó la atención entre todos los usuarios de la sala de chat ese día; era la amiga de un amigo de la polola de un compañero de universidad suyo en Facebook etiquetada en la foto en la cual usted posteó un comentario. No sé. Posibilidades de conexión hay muchas.

La cosa es que a partir de ahí comienzan a seguirse en Twitter; a conversar más a menudo en el chat; o derechamente se agregaron en Facebook después de un par de posteos, y la cuestión comienza a caminar.
O al menos eso es lo que cree usted.
Se twitean, chatean, o se postean mutuamente. Ella es simpática. Usted se hace el lindo. Ella se ríe con sus chistes. Usted - como todo un caballero - no la jotea nunca... Más allá de lo necesario para mantenerle el ego en alto a ella.

Pero resulta que después de un tiempo siguiendo esta dinámica a uno le dan ganas de conocer a la señorita que está al otro lado de la pantalla. Y le lanza la pregunta del millón; así como que no quiere la cosa, y apelando a la buena onda que usted siente que existe entre los dos. Y cuando la chica acepta a usted se le ilumina la cara de pura felicidad por la sola idea de conocerla. 
Sin embargo, la felicidad le durará sólo hasta que ella le empiece a correr las fechas del encuentro indefinidamente. Que está ocupada, que tiene otra junta con las amigas, que está con muchas cosas en el trabajo / universidad, que en la casa le hacen atado con los horarios, que la pata e' la guagua y la cacha e' la espa’. En resumen, que ahora no puede; pero la semana siguiente es seguro que sí. Y uno se la cree y la espera.

¿Y por qué ella hace eso?
Porque quizás nunca tuvo interés en pasar de un encuentro casual mantenido en el tiempo a algo más real, y sólo le dijo que sí para no hacerlo sentir mal. (Y de paso sacarse la mochila con piedras de su conciencia.)
Porque al final toda esa buena onda que tenían a través de Internet era sólo para mantenerlo a usted alejado del mundo real de ella, y que todo quedara siempre en la Matrix.

Además del motivo anteriormente señalado existe otra posible causa por la cual la chica en cuestión se comportará esquiva eternamente con usted: Porque se muere de miedo de encontrarse en persona con alguien que conoció por Internet. 
Ok. Convengamos que conocer gente por Internet es algo bastante usual; pero pasar de ahí a encontrarse en persona siempre causa algo de miedo, porque uno no sabe realmente quien está al otro lado de la pantalla. 

Sin embargo, tome en cuenta que el mismo riesgo que está corriendo usted señorita, lo está corriendo el susodicho por su parte. Y si bien existe la posibilidad que, sin importar cuanta foto haya visto del caballerito antes de juntarse con él, igual termine topándose con la versión local de Shrek; uno también tiene todas las posibilidades de terminar encontrándose con la versión "verde" de la princesa Fiona. (Recuerde que las fotos siempre mienten. Para bien o para mal.)

Pero, ¿y qué si así es? Es sólo una junta para tomarse un café y conocerse ¡mierda! A lo más durará media hora. Y si no le gustó, entonces ahí queda todo. Por otro lado, si no lo pasó tan mal, tiene la posibilidad de volver a repetirla.

Tan sólo dese cuenta que, todas las veces que usted le negó la oportunidad al estimado de turno, también se negó la oportunidad usted misma de conocer a alguien que bien podría haber valido la pena. Porque por algo no lo mandó cibernéticamente para la casa al 2do, 3er, o 4to twiteo, conversación en el chat, o posteo en FB. Si siguió hablando con él fue por algo. Piénselo: Se podría haber ganado a lo menos un nuevo amigo. Pero de tanto estirar el elástico al final éste siempre se rompe, y el caballerito buena onda que le celebraba todas sus tonteras ocurrencias al final se va a cansar y se va a mandar cambiar.

En resumen, estimados, ojo con la próxima vez que se hagan ilusiones de conocer  en persona a esa chica tan agradable que se encontraron por Internet. Porque existe la posibilidad que eso nunca pase.

¿O será que la mala onda es sólo conmigo?

lunes, septiembre 17, 2012

La mujer víbora


Desde hace harto tiempo que vengo dándole vueltas al hecho que, las mujeres son como las víboras. Pero no me malinterprete. No me refiero con esto a que ellas sean unos seres rastreros, fríos, calculadores, y que piensen en atacarlo cuando usted menos se lo espere. Así que vaya sacándose esa expresión de Rage Guy de la cara.
Con lo que dije antes me refiero a que las mujeres se parecen más a seres ectotermos (como los reptiles y batracios) que a seres homeotermos (como los mamíferos), porque su temperatura varía directamente con la temperatura ambiental en que se encuentran y necesitan métodos externos para poder regularla.

Y para confirmarlo es cosa de verlas solamente.

Basta que empiece a hacer un poco de frío al comenzar el otoño y los días se nublen, para que de inmediato se enfunden a si mismas en un montón de ropa. ¿No me cree? Vamos viendo. Cuando comienza a hacer frío, ellas se ponen: ropa interior, panties (o medias de lana, o ambas), calcetas (sobre las panties), pantalones (gruesos), y botas. Y además, también se ponen: camiseta de panties, blusas o poleras, sweaters, chalecos (sobre el sweater que ya tienen), chaquetas y / o abrigos, bufanda, gorro de lana, y guantes. Un esquimal sentiría envidia ciertamente. Se lo aseguro.
Por otro lado, cuando los días se tornan más soleados en primavera y comienza levemente a hacer calor; ellas hacen todo lo contrario. Reducen el tamaño de la ropa que usan, y cambian el tipo de tela de éstas (ya no es algodón sino cualquier otra tela que no transpire). Se olvidan de las panties completamente. Usan – en su gran mayoría – vestidos, faldas, o mini faldas. Y si usan pantalones, éstos son anchos y delgados. Usan casi exclusivamente chalas, o cualquier tipo de calzado abierto. Las blusas y / o poleras serán siempre sin mangas, de manga corta, o strapless (para las más siúticas). Y los lentes para el sol no se los sacaran ni a la sombra.
Si no me cree; lo invito a realizar el siguiente experimento: Cuando salga a la calle fíjese en las féminas a su alrededor, y saque la cuenta de cuantas de ellas andan con chalas (si es verano) o andan con botas (si es invierno). El porcentaje nunca bajará de 95%. Se lo doy firmado.

¡Ah! Y otra cosa. Si es invierno y ellas se encuentran en un lugar cerrado (como una oficina por ejemplo), pondrán la calefacción al máximo. Por el contrario, si es verano, entonces pondrán el aire acondicionado a todo lo que éste de.

Y la verdad, yo me pregunto ¿para qué tanto? ¿Por qué no nos aprenden a nosotros los hombres? En invierno nos vestimos con una camisa y un sweater, Y SERÍA (no me voy a referir acá a los mamoncitos ni a las niñitas que usan calzoncillos largos y camisetas). Mientras que en verano andamos siempre con zapatos cerrados y camisas de manga larga. E incluso, y con 32º a la sombra, muchas veces andamos también con corbata.
¡Pero ojo! Que esto no es una cosa de moda o no moda. El mercado también nos ofrece gentilmente “chalas” en verano, para nosotros los caballeros; o botas durante el invierno. Sin embargo, nosotros siempre actuamos con el buen pobre, y usamos los mismos zapatos en invierno y en verano.

Por eso es que creo que los hombres se parecen más a los seres homeotermos que las mujeres. Si hace calor, nuestro organismo nos hace transpirar, para bajar nuestra temperatura corporal. En tanto que si hace frío nuestro organismo nos hace tiritar, para hacernos entrar en calor. A diferencia de una mujer que de inmediato se tiraría encima un oso polar para abrigarse actuando mucho más parecido a un organismo ectotermo. O sea, igualito que los sapos y las serpientes (¿Sabía usted que, las serpientes que viven en el desierto se entierran bajo la arena para mantenerse frescas y evitar que el calor las sofoque? ¿O que los sapos no son capaces de darse cuenta cuando están metidos en agua caliente hasta que ésta hierve y ellos explotan por el calor?).
Así que cuando las mujeres ya no sean capaces de cambiarse la piel con la misma facilidad con que lo hacen ahora, se van a cocinar solitas y sin darse cuenta.
Esop.

miércoles, mayo 02, 2012

El amor no se espera.

Mi hermana me dijo una vez que, el amor no es una búsqueda, sino una espera. Y que uno no debe esperar nada, para que llegue solo a nuestra vida.
Que la ansiedad por encontrar aquello que parece hacernos falta sólo nos boicotea cada intento de esperanza cuando lo vemos delante nuestro.

Después de tantos porrazos, y de tanto tiempo, empiezo a creer que tiene razón.
He usado tanto tiempo en tratar de encontrar a alguien, que al final ya no buscaba un alguien; sino que buscaba un ideal que no existia en ninguna parte ni en ninguna persona. Y por eso no encontraba nada.
(No me gusta usar la expresión "perder el tiempo". Para mí no es tiempo perdido cada vez que he hecho algo independiente de si rinde los frutos que esperaba o no)

Quizás no sea válido como excusa, pero todos necesitamos tarde o temprano sentir el apoyo y la compañia de alguien al lado nuestro. Compañia que personificamos en una pareja. Y por eso nos concentramos con tanto ahinco en encontrar algo que no debe ser encontrado; dejando de lado muchas cosas durante esa búsqueda. Quizás sea el hecho de ver que la vida pasa, y que no tenemos a nadie cerca para contársela, o peor aun: para vivirla junto a otra u otro lo que nos desespera todavía más. Al punto que no nos damos cuenta que la primera persona que necesitamos para vivir la vida somos nosotros mismos. Y que si pretendemos pasarnos la existencia tratando de encontrar a alguien, para recién empezar a vivir; más tarde que temprano nos daremos cuenta que desperdiciamos casi toda nuestra vida en una tarea inútil.

Porque sí señoras y señores: la única persona que necesitamos sí o sí para vivir nuestra vida somos nosotros mismos. Todos los demás personajes que puedan aparecer a lo largo del tiempo - se queden o no con nosotros -, son meros extras que rellenan una película. Algunos con más relevancia que otros; pero todos personajes secundarios al fin y al cabo. Y de vez en cuando quizás aparezca una o un co-protagonista que tendrá más créditos que todos los anteriores juntos. Pero ninguno de ellos puede hacer el papel reservado a cada uno de nosotros. Vivir nuestra propia vida.
Así que de ahora en adelante: haga lo que le guste, vaya a donde desee, y deleitese con lo que le agrade. Y deje de aproblemarse por estar solo o sola.

Por eso, y aunque me cueste mucho, yo dejo de buscar pareja hoy.

miércoles, febrero 29, 2012

Ayúdeme usted compadre

Me carga esa gente que se las pinta de buen samaritano; pero que al final lo único que hacen es cargarle los problemas a los demás y hacerse los santos solitos.
¿Creeran que con eso se van a ganar el cielo?
Vea usted mismo y saque sus propias conclusiones.

Ejemplo 1:
"Yo soy un amante de los animales. Por eso, no compres una mascota. Adopta un animalito sin hogar."
¿Y por qué no lo adopta usted mejor si es tan amante de los animales? ¿Ah?

Ejemplo 2:
"¿Oye? ¿Tú viniste a la fiesta en auto cierto?... Un par de amigos míos andan a pata, ¿los podrías acercar a sus casas?"
¿Y por qué no los llevas tú mejor en el auto nuevo que te acabas de comprar y sobre el cual me hablaste por media hora?

Ejemplo 3:
"La amiga de una amiga, de mi amiga acaba de llegar a Santiago; y me contaron que anda buscando un lugar donde quedarse por un tiempo. Está dispuesta a arrendar una pieza incluso. Tú te acabas de cambiar a tu departamento nuevo ¿cierto? ¿No tienes una pieza que te sobre de casualidad?"
¿Y usted? ¿No tiene espacio en su casa, para hacerle la gauchada a la amiga, de la amiga, de su amiga?


Señora... Caballero... Dama... Joven...
¡Déjese de andar chuteando la pelota para el lado, y hagase cargo usted mismo de una buena vez de los cachos que le encaletan!

jueves, febrero 23, 2012

Ermitaño social

Sí. Eso es lo que soy. O mejor dicho; en eso me he convertido.
La verdad, no sé cómo llegué a este punto; pero lo cierto es que mientras más trato de acercarme a la gente, más consigo alejarlos a todos.
Hablo y nadie me responde. Llego y siento que todos se alejan.
Es como si tuviera alguna clase de peste, que espanta a todas las personas (¿Será que olvidé ponerme desodorante? Porque yo me baño religiosamente todos los dias).

Yo pongo mi mejor cara, y mis mejores líneas para iniciar una conversación con alguien, y lo único que consigo es un par de respuestas lacónicas y que me dejen hablando solo al cabo de unos minutos.
Demuestro atención a lo que me dicen, hago preguntas, miro a los ojos (Cosa que mis interlocutores rara vez hacen... Empiezo a creer que de verdad causo alguna clase de repulsión en los demás); pero nada. Al rato ya estoy tan solo como empecé.

Al final, con todo esto la gente va a terminar por aburrirme, y la única solución posible que veo es terminar en un claustro: El de mi propia vida.
Y en donde mis mejores amigos son mis cosas.

Mmmm...

En estos momentos que me parece recordar haber leído de alguna parte y de alguna persona, que uno elige cómo sentirse en cada situación en la que se encuentra. En otras palabras, uno elige estar bien o no, ser feliz o no con lo que te toca vivir.
Seguir buscandole la quinta pata al gato, para tratar de entender por qué nadie me pesca, o seguir lamentando sin parar el hecho de no conseguir el más minimo interés de parte de los demás no me va a ayudar en nada.
Salvo para una cosa: Evitar disfrutar lo que tengo ahora.

Dado ese el caso... Pueden irse todos a la real _____, porque yo, he decidido ser feliz!