lunes, junio 24, 2013

Los hombres no son regaloneables

A veces pienso que los hombres no somos regaloneables.
Sí. Muchas veces creo firmemente que no somos material abrazable, acariciable, tocable, ni nada parecido.

Las mujeres siempre esperan que uno las regalonee: Que las acaricien, que les toquen el pelo, que las abracen, que las contengan, y las consientan. Pero casi nunca he visto a una mujer hacer lo mismo por su pareja de turno. (Aplíquese esto a pololos, andantes, amigos con cover, peor es na', lo que botó la ola, etc., etc.)

Porque, si somos sinceros, cuando una pareja comienza a ponerse cariñosa cuando están solos, es el hombre el que primero tira las manos; siendo él, el que acaricia, el que toca, y el que reparte besos en el cuello, cara, orejas, y en cuanta parte de la anatomía maneje en su repertorio personal. En el caso de la mina, ella sólo se acurruca y espera que sea el mino quien la abrace y comience a hacerle cariño en el pelo con una mano, mientras le roza la espalda con la otra al tiempo que la besa.

Sin embargo, cuando una mina quiere regalonear la cosa cambia totalmente.
Para las mujeres regalonear es sinónimo de “limpiarle el cutis al otro”. Las mujeres son especialistas en detectar imperfecciones de la piel, ya sea en ellas mismas o en cualquier otro ser humano.
Por eso, cuando una mujer empieza a regalonear a un hombre, la situación pasa - tarde o temprano - de caricias y arrumacos a buscarle y sacarle los puntos negros de la nariz y la cara al susodicho. Y pobre de que éste se mueva o rezongue, porque hasta ahí nomas llega el regaloneo-limpiado-de-cutis.
Y la cosa no para ahí. ¿Se ha puesto a pensar en lo rico que es sentir el cuerpo desnudo de una mujer rozando con el suyo? Pues bien. Ese momento glorioso que es un abrazo desnudo en una pareja pronto se transforma en una mujer buscando y sacando granitos de la espalda del hombre. Sutilmente quizás. Pero sigue siendo limpieza de cutis al fin y al cabo.

Por eso, cuando se dice que, el ser humano es un descendiente de los simios, es cuando yo creo que el material genético se quedó más pegado en uno de los dos sexos.

Así que, o es eso, o bien nosotros no somos regaloneables.